INTER-ATLÉTICO: ITALIA OFRECIÓ UN ESPECTÁCULO VERGONZOSO
Para muchos hinchas ver un partido en Italia es un sueño. Para los que hemos ido ya más de una vez no deja de ser una ruleta rusa: los italianos son imprevisibles en su juego y en su organización. 14 miembros de la Peña Atlética de Alemania decidieron tentar a la suerte y seguir haciendo de nuestra peña la más dinámica de este país, así que pedimos las entradas con la seguridad de que nos serían concedidas y todos marcamos el dìa 20 de febrero en nuestros calendarios como “destino Milán”.
Tanto el día anterior como el mismo día del partido nos fuimos desplazando a Milán para ver a nuestro Atleti jugar contra el Inter. Nunca fue un adversario fácil, así que las expectativas de ver un partido emocionante eran altas. Henrik y yo decidimos compartir un airbnb con Marcos y Sergio, conocidos de otros viajes y amigos de juergas como nosotros. El lunes 19 nos reunimos los cuatro con nuestro querido Blacky sobre las 9 de la noche en la Stazione Zentrale y cenamos en un típico italiano allí cerca. De camino al apartamento hicimos una breve parada donde Lorenzo, capo de un local con una clientela bastante cuestionable (de inmediato nos dimos cuenta de que allí paraba lo más granado del barrio) y decidimos irnos pronto a descansar. Nos esperaba un día lleno de emociones.
El martes 20 pusimos rumbo a la Piazza del Duomo. No era el lugar de encuentro estipulado para los hinchas del Atleti, pero los colores rojiblancos teñían ya la zona más visitada de Milán. Recorrimos los alrededores con un tiempo primaveral admirando las carísimas tiendas y disfrutando ya del ambiente de previa. Tras un aperitivo en la Terrazza Aperol con unas vistas espectaculares decidimos comer en un restaurante de la calle adyacente para salir después hacia la Piazza della Pace, lugar de encuentro y de donde partía el corteo.
Comenzamos la marcha, pero veíamos que el tiempo apremiaba y que no llegábamos a tiempo, así que decidimos coger el metro. La policía no estaba muy colaborativa y nosotros no teníamos ganas de encontramos con los hinchas del Inter, así que con cierto temor conseguimos llegar al estadio Giuseppe Meazza. Y aquí empezó el caos. La puerta por la que debíamos entrar estaba cerrada y nadie nos decía adónde debíamos ir. Eran sobre la 20:15 y el descontrol era total: nadie ayudaba y todos queríamos entrar. Se iba formando una gran masa que apretaba contra la valla de metal y no veíamos que nadie entrara.
Todos estábamos nerviosos, todos habíamos pagado por ver 90 minuos de partido y no entendíamos lo que los de seguridad hacían. Gritaban, empujaban, nos encerraron con vallas que después se negaron a abrir y por las que nos obligaron a saltar. Yo me quedé enganchada a una de ellas y hoy mi pierna está llena de magulladuras y moratones y mi dolor de cadera es considerable. Más que seguidores de fútbol parecíamos un rebaño, así nos trataron. Fue un espectáculo vergonzoso y denunciable que jamás debería repetirse. En el tumulto Henrik notó que le habían sustraído su teléfono móvil, su DNI y su tarjeta de crédito, grave problema dado que volaba de vuelta al día siguiente muy temprano.
Al finalizar el partido nos retuvieron en el estadio casi una hora, un error inmenso porque el último metro estaba a punto de salir. La organización fue pésima de principio a fin, nadie colaboraba, nadie informaba. Del personal del Atlético de Madrid no había ni rastro. Del estadio nos dirigimos Henrik, Marcos, Sergio y yo a una comisaría a denunciar el hurto. Sergio tomó el metro y las puertas se cerraron para nosotros, ya pensábamos que no le veíamos porque no tenía ni batería en el móvil ni la dirección del apartamento. Cuando le vimos partir la situación nos pudo y nos partíamos de risa, todo era surrealista, estúpido. Por suerte vino otro metro y Sergio nos estaba esperando en la siguiente estación, así que juntos fuimos a la comisaría. Pusimos la denuncia pertinente pero los carabineri nos aseguraron que no podría volar, así que tuvo que anular su vuelo y en el consulado alemán hacerse un pasaporte provisional, ¡toda una odisea!
Tanto infortunio, unido al 0:1 del partido, ha hecho que de momento se nos quiten las ganas de Italia, y que por el contrario estemos deseando que los tifossi del Inter vengan al Metropolitano para darles -deportivamente hablando, claro está- su merecido.
Gracias a todos los que nos han acompañado en este viaje, gente que hace que los desplazamientos sean como volver a ver a la familia. Porque, a fin de cuentas, eso es lo que somos.