ETERNO VICENTE CALDERÓN
Que nuestro querido estadio Vicente Calderón será siempre recordado y añorado es un hecho que todos asumimos. Pero esta vez no ocurrirá lo mismo que con el Stadium Metropolitano, ya que ni una placa recuerda el lugar donde se ubicaba.
El 9 de diciembre de 2024 el ayuntamiento de Madrid ha inaugurado oficialmente el Parque del Atlético de Madrid, construido sobre el cubrimiento de la M-30 en el ámbito Mahou-Calderón, en el mismo espacio que, junto al río Manzanares, ocupaba el viejo templo rojiblanco, nuestro legendario estadio Vicente Calderón. Esta zona verde, que cuenta con varios homenajes al estadio, pone el punto final a la transformación de Madrid Río y rellena el doloroso vacío físico que dejó el derribo del estadio, aunque nada podrá rellenar el vacío emocional.
A la apertura del nuevo parque asistieron el alcalde de Madrid y reconocido colchonero, José Luis-Martínez Almeida, nuestro presidente, Enrique Cerezo y nuestro consejero delegado, Miguel Ángel Gil, acompañados por Paloma García Romero, delegada del área de gobierno de Obras y Equipamientos, Javier Rodríguez, presidente de la Junta de Compensación ‘Nuevo Mahou-Calderón’, Adelardo Rodríguez, leyenda rojiblanca, y Roberto Solozábal, presidente de la Asociación ‘Leyendas Atlético de Madrid’. Tampoco quisieron perderse la inauguración de este espacio verde que será muy especial para todos los atléticos varias leyendas que hicieron historia en este lugar cuando en él se alzaba el Vicente Calderón. Manolo Sánchez Delgado, Juan Carlos Pedraza, Miguel Ángel Ruiz García, Francisco Javier Bermejo, Luís Pereira y Ramón ‘Cacho’ Heredia, junto a miembros de la comisión social y empleados del club, se dieron cita en este emotivo acto.
Durante el evento se introdujeron en una cápsula del tiempo varios elementos que recuerdan al viejo templo rojiblanco, objetos históricos del Vicente Calderón, y posteriormente fue enterrada en lo que fue el centro del campo bajo una placa que recordaba los 51 años de historia de nuestro anterior estadio. José Luis Martínez-Almeida, Miguel Ángel Gil, Enrique Cerezo, Paloma García Romero, Adelardo Rodríguez y Roberto Solozábal fueron los encargados de depositar en la urna una butaca, una piedra, una pieza del césped, cárteles del primer y último partido disputados en el estadio, dos fotografías del primer y el último gol en el Vicente Calderón, una camiseta del 50º aniversario de nuestra antigua casa y un mapa por sectores con los precios marcados de las entradas del último partido, además de una bandera del Atlético de Madrid. Una losa grabada, quizá demasiado pequeña e insignificante (cuesta encontrarla) recuerda la silueta del estadio. Otra placa, situada a pocos metros, representa un balón de fútbol.
Una vez enterrada la urna, la comitiva realizó un paseo por el nuevo parque hasta llegar a un mirador sobre el río Manzanares donde José Luis Martínez-Almeida, Enrique Cerezo y Javier Rodríguez dedicaron unas palabras a los presentes. Nuestro presidente destacó los diferentes sentimientos que surgían al regresar al lugar donde un día estuvo el Vicente Calderón y todas las historias que los atléticos vivimos en este estadio, escenario de grandes tardes y noches de fútbol. Por su parte, el alcalde de Madrid resaltó la importancia de esta obra para culminar el proyecto de Madrid Río y el homenaje que la ciudad quiere rendir a una zona de marcada simbología rojiblanca.
El parque está conformado por una gran pradera alargada con remates circulares en forma de circo romano que evoca el carácter lúdico y de espectáculo del antiguo campo de fútbol. Alrededor se establecen tres hileras de árboles. La pradera está rodeada además por una pista informal no homologada de atletismo de tres calles y pavimento poroso que da respuesta a las demandas de diversas asociaciones y entidades ciudadanas, deportivas y académicas del distrito.
Nuestra presidenta, siempre involucrada en todo lo relacionado con el Atlético de Madrid, no quiso perderse la ocasión de visitar este nuevo parque y de rendir honores a la que una vez fue nuestra casa. A pesar de ser un parque magnífico, la sensación de añoranza y tristeza es inevitable. En esa cápsula del tiempo también hay enterrado un trocito de nuestro corazón colchonero.