EL TORO ROJO NO FUE NI VAQUILLA
Solo necesitábamos un empate en Salzburgo para clasificarnos automáticamente para octavos de final de Champions. Y como todos estábamos seguros de conseguirlo y nadie quería perderse la fiesta, metimos en nuestras mochilas ropa de invierno y pusimos rumbo a la ciudad de Mozart.
El tren fue el medio de transporte elegido por la mayoría y desde Colonia fuimos 6 los que viajamos juntos. Habíamos reservado con antelación y empezamos a marcar territorio en el tren decorando las mesas con las banderas de la peña, sobre las que se dispuso una apetitosa comida que despertó la envidia en el resto de viajeros.
Era ya media tarde cuando llegamos a la ciudad en medio de una intensa lluvia, así que nos dirigirnos al hotel en autobús. Allí nos encontramos ya con una delegación del Atlético de Madrid; estaban disponiendo todo porque ese era el hotel elegido para entregar las entradas a los fans Pasamos por recepción de forma rápida sin especificar cuántos huéspedes tendría cada habitación y recogimos nuestras entradas en lo que seguramente en tiempos pasados había sido una pequeña capilla y que hoy servía de despacho.
Esa noche habíamos planeado una cena en una cervecería típica, la Augustiner Bräu. A nuestra invitación acudieron numerosas peñas desplazadas, y tras reunirnos todas en la misma sala comenzaron los cánticos, risas y saludos de reencuentro. A esa celebración se sumó la del año nuevo chino, que nuestra querida Shuyao, originaria de aquel.pais, nos recordó, y gustosamente celebramos con ella. Es el año de la serpiente y todos tuvimos la certeza de que este será nuestro año. Si bien la forma de servir la comida y las bebidas nos era completamente desconocida, nos acostumbramos rápidamente y todo resultó como deseábamos.
El día siguiente amaneció soleado y la recepción llena de colchoneros que venían a recoger su entrada. A la una habíamos quedado para comer en un local de la zona fan y para allá que nos fuimos dando un paseo que nos permitió conocer parte de esa maravillosa ciudad. Al restaurante acudieron tantos colchoneros que terminaron cerrándolo para nosotros. La comida era deliciosa, el ambiente inmejorable y la impaciencia por el partido cada vez mayor. La zona fan estaba a pocos metros y aunque no éramos más de mil desplazados, ya se nos oía bien.
La aparición de nuestra Juliana fue estelar, muchos la conocen ya, nos piden fotos con ella y la ven como seña de identidad de nuestra peña, lo que nos llena de orgullo. Hasta los reporteros de La Sexta nos hicieron un reportaje con ella y como siga así se hará más famosa que Indi. Reencuentros, nuevos socios, nuevos amigos… una previa genial donde aprendí que a falta de cubitos de hielo buenas son las coles de bruselas y el brócoli congelado, todo sea por evitar un cubata calentorro.
La organización fue en todo momento de 10, autobuses lanzadera escoltados por la policía, trato exquisito, y coronado por un ambiente espectacular en el estadio donde todos, sobre todo Juliana, disfrutamos del resultado 1:4 que nos garantiza el pase directo a octavos. El Atlético de Madrid está entre los mejores de Europa. Los autobuses lanzadera se encargaron de llevarnos a la estación central y tuvimos la suerte de poder dar rienda suelta a nuestra alegría cantando, saltando y disfrutando del momento. No siempre se ve un partido del Atleti donde gane sin sufrir.
Al día siguiente todos fuimos saliendo del hotel rumbo a casa. Me he dado cuenta de que la vida te regala cosas cuando viajas con el Atleti, y lo de esta mañana ha sido un regalazo. Mientras Víctor, un hincha madrileño que viajaba con su hijo Guillermo, esperaba el taxi al aeropuerto, se ha sentado al piano de la recepción del hotel y nos ha deleitado tocando nuestro himno al piano en la ciudad de Mozart. Los privilegiados que hemos tenido la suerte de vivir ese momento no hemos podido evitar llorar de emoción. No me imagino un broche mejor para este viaje.