Atleti

No todo el mundo tiene la suerte que yo tengo. Porque todo el mundo (o casi todo) tiene un padrino, pero el mío es rojiblanco. De los de verdad, de los que molan.

Tengo claro que tiene muchos ahijados, y cuando me apadrinó yo no era muy consciente de la que se me venía encima. Cuando le ofrecí por primera vez mi brazo para bajar las escaleras al auditorio del Metropolitano tuve muy claro que de él podría aprender muchas cosas. Ese día su peña recibía su merecido homenaje por años y años de fidelidad al Club y en el transcurso de esos escalones me contó sus inicios entre pasitos cortos. A él se le llevaron a las primeras filas, como corresponde a un socio cuyo número baja de los 300, y en ese momento me sentí ya un poco huérfana.

Cuando ‘Creyentes’ nos contó su iniciativa de colgar las pancartas de las peñas en el Metropolitano nuestra peña no dudó ni un instante: desde el principio tuvimos muy claro que nuestra pancarta debía estar ahí, adornando y poniendo color, espíritu y presencia. Nos sumamos a esa iniciativa porque estamos convencidos de que las pancartas son las venas por las que corre la sangre de las peñas y estas son, a su vez, el corazón de cualquier equipo. Sin las peñas y sin su representación el equipo no es nada.

El fútbol tiene esas cosas: uno se enamora de un equipo sin siquiera haber visitado la ciudad de origen del mismo. Esto les pasa a algunos miembros de nuestra Peña. Son socios del Atlético de Madrid sin haber visitado su estadio, hinchas a distancia, de corazón, que quisieran ver más partidos en vivo pero por diferentes causas no pueden.

Cuando con motivo del I Encuentro de Peñas Atléticas Europeas una delegación del Atleti nos visitó en Colonia esta situación se hizo evidente durante la charla con las peñas y el representante del Club mostró su gran generosidad  invitando al partido contra la Lazio a todos los miembros de nuestra Peña que aún no conocían nuestro estadio.